Se lee de abajo arriba (ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGNATURA ANTIGUA, 304-588-12)
Ignacio de la Rosa Ferrer: Historia de Arrancacepas
cruz
lunes, 22 de agosto de 2022
lunes, 1 de noviembre de 2021
Auto de fe en Cuenca, año 1725
Relación del Auto Particular de Fee que el Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca celebró el 14 de Henero de 1725 en el convento de San Pablo, orden de los Predicadores de la dicha ciudad
Relajados en Estatua
Gaspar Pacheco, difunto, vezino y mercader que fue en dicha ciudad, salió al autto su estatua, leyósele su sentencia con méritos y fue relajado a la justicia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante.
Leonor Fernández, difunta, muxer que fue del antecedente, vezina y mercadera en la dicha ciudad, se la leyó su sentencia con méritos y fue relajada su estatua a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante.
Francisco Cassado, alias Cassadillo, vezino que fue desta dicha ciudad, de oficio zapatero y después mercader de merzería, se le leyó su sentencia con méritos y fue relajada su estatua a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante.
Josefa Núñez, alias la hermosa Raquel, mujer que fue de Diego Fernández mayor, vezina y mercadera de Cuenca, se la leyó su sentencia con méritos y fue relajada su estatua a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante.
Ysauel Díaz, vezina que fue de Cuenca, se la leyó su sentencia con méritos y fue relajada su estatua a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante.
Clara Fernández, mujer de Diego Díaz, alias Tablillas, relajado, y ella fue relajada en autto de fee que celebró este tribunal el 22 de diziembre de 1720, murió estando cumpliendo su penitencia, se le leyó su sentencia con méritos, fue relajada su estatua a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por relapsa en delitos de judaysmo.
Relajados en persona
María López Laguna de hedad de 63 años, natural de Madrid, vezina que fue de Sigüenza, mujer de Francisco López el Gordo, relajado, fue relajada su persona, y en autto que celebró este tribunal en 22 de diziembre de 1720, fue relajada y estando cumpliendo su penitencia fue pressa, salió del autto con ynssignias de relajada, leyósela su sentenzia y fue entregada a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por culpas de judaysmo y relapssa en ellas.
María López Laguna menor, sobrina de la antezedente, de edad de 29 años, natural de Yunquera, arzobispado de Toledo, vezina de Sigüenza, soltera fue relajada en dicho autto de 22 de diziembre de 1720 y estando cumpliendo su penitencia fue pressa, salió del autto con ynssignias de relajada, leyósela su sentencia con méritos, fue relajada a la justizia y brazo seglar con confiscazión de vienes por hereje judayzante relapssa.
Diego Matheo López Zapata, natural de Murzia, vezino de Madrid de professión médico, de 50 años de edad, salió al autto en forma de penitente por culpas de judaysmo con san benito de una aspa y una vela amarilla en las manos, leyósele su sentencia con méritos, fue reprehendido, aduertido y comminado, absuelto ad cautelam, abjuro de vehementi y condenado a un año de cárcel sin sanbenito en la de penitencia desta ciudad y que sea instituydo por persona docta y religiosa en los misterios de nuesta santa Fee, que confiesse y comulgue en las tres Pasquas del año y perdimiento de la metad de sus vienes, desterrado de esta ciudad de Cuenca, Madrid y Murzia por el tiempo de diez años, veintte leguas en contorno.
BNE, Mss. 13440, Papeles curiosos, Auto de fe celebrado en Cuenca, el 14 ene. 1725 (h.288-289)
sábado, 24 de julio de 2021
CUENCA SE DESANGRA
Cuenca se desangra, cual enfermo somnoliento que expira en
su último aliento. Imágenes y más imágenes, coloridas o sepias, mostrando el rostro
feliz de una ciudad (y provincia) que trasnocha con sus encantos, pero ¡ay, cuando
llegan los comentarios! Sabios sénecas, quos ego virgilianos y,
por qué no, la simple mala baba del oportunista que no desperdicia ocasión.
Cuenca siempre ha sido una sociedad cerrada; ahora no, pues
está abierta al mundo. Su cerrazón actual es elitista. No es que antes no lo
fuera, pero antaño cuando se despreciaba a los pijos, y estos a los
pueblerinos recién llegados, se hacía desde la visión de los que veíamos el mundo
y la vida con la sencillez del campesino. Se envidiaba lo ajeno y se aprendía de
lo bueno, quizás desgraciadamente, pues esa ingenuidad de obviar lo malo, nos dejó
inermes ante un mundo más cicatero y cainita.
Hoy Cuenca ha cambiado. En apariencia es una sociedad más
abierta, más dinámica, más plural, pero es simple teatro de personajes sin
alma. Cada cual con su papel y la actuación ordenada; cada cual esperando
asumir el papel de primera estrella, y cada cual al servicio de los nuevos
linajes. Recuerdo antaño cómo nos revolvíamos cuando se nos preguntaba aquello
de “¿tú, a qué familia perteneces”, “… pues no, no he oído hablar de ella”.
Pero todos sabíamos que cada uno de nosotros teníamos una familia donde se
aprendían valores eternos (simple educación) que nos ha permitido mantener
nuestra idiosincrasia en la lejanía. Hoy, no. Hoy la pregunta es “¿de qué
partido eres?”. No hablo de cuando tomar partido era hasta “mancharse”, pues
ahora es sencillamente “untarse”. Los principios e ideas se adaptan a las
circunstancias y los hombres (y conquenses) son presos de esas circunstancias,
que no son sino eventualidades de insignificancia. Mientras, ni un proyecto común
ni un espacio donde aunar esfuerzos y concertar opiniones, ni una voluntad
desprendida ni una actitud que no sea la del recelo y, lo que es más
preocupante, la inexistencia de personalidades señeras más allá del partido,
tanto en Cuenca como llegadas de fuera.
No sé lo que me encontraré en Cuenca dentro de poco tiempo,
después de unos años ausente por necesidad: seguramente una ciudad ajena y
extraña.
domingo, 6 de junio de 2021
LOS HURTADO DE MENDOZA: MALHECHORES FEUDALES EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XVI EN CUENCA
Diego Hurtado de Mendoza había construido en Cuenca junto a
sus casas viejas otras nuevas, unidas por un pontido o paso elevado. La
construcción fue denunciada por algunos regidores, aunque no parece que don
Diego hiciera mucho caso. Los requerimientos del Consejo Real fueron más allá,
solicitando el derribo de las nuevas casas, a entender de muchos conquenses,
casa fuerte donde se escondían malhechores, autores de crímenes al servicio de
don Diego Hurtado de Mendoza. No faltaban motivos. Apenas muerto el rey Felipe
el Hermoso, don Diego Hurtado mandó a sus sicarios para asesinar al alguacil
mayor del corregidor de Cuenca Martín Vázquez de Acuña, al que arrebató la vara
de justicia. Los asesinos se refugiaron en la casa de Diego Hurtado, donde
libres y sin cargos seguían una década de años después, comiendo de su mesa.
Era tal el poder de Diego Hurtado, que un pesquisidor, llamado licenciado
Salcedo, enviado contra él, tuvo que huir de Cuenca, dirección Huete, de donde
escapó de nuevo ante las amenazas.
No mejor suerte debió correr el pesquisidor Quirós, enviado
por el Consejo Real para derribar la casa fuerte de Diego, tenida por los
conquenses como un nido de malhechores. Aunque el odio contra los Hurtado
Mendoza venía por la acusación de apropiarse de los bienes comunales de la
ciudad, en concreto, de los pastos de la sierra. Las acusaciones iban dirigidas
contra Diego Hurtado, pero también contra su consuegro Luis Carrillo. Las
violencias nobiliarias, incluida la muerte de un pastor, expulsaban de la
sierra a sus habitantes. “La tierra de Cuenca se despuebla e se despueblan los
señoríos”, se decía por unos moradores que habían gastado dos mil ducados en
sus pleitos.
El poder de Diego Hurtado de Mendoza en la ciudad de Cuenca
era abrumador. Sus excesos y violencias, cometidas junto a su hermano Rodrigo
Manrique y su primo Diego Manrique, eran innumerables: un criado de Diego
Hurtado había dado una cuchillada al regidor Juan Álvarez de Alcalá, ante la
presencia de Rodrigo Manrique que ayudó en la fuga al agresor; el canónigo
Diego Manrique había formado liga de malhechores a sueldo para imponer el
terror en Cuenca, entre sus acciones, el acuchillamiento de dos alguaciles al
servicio del corregidor Fernando Rebolledo o de otro llamado Nieto, el asesinato
de un criado de don Alonso Pacheco, la muerte del licenciado Adulza, teniente
por el corregidor marqués de Falces. Aunque esta vez, el juez pesquisidor,
licenciado Rivadeneira, no se dejó amedrentar, no hubo quien fuera capaz de
imponer unas sentencias a los huidos en Cañete. El desobedecimiento de la
justicia real era la norma a la hora de cumplir la condena contra un criado de
Diego Manrique, asesino de un tal Ayllón. Aunque la lista de los agraviados era
interminable: un sillero fue molido a palos por no adobar bien una silla,
cuchilladas contra un maestrejaque, Gonzalo de Castro, mayordomo de la ciudad,
acuchillado por don Hurtada, hijo del guardamayor Diego. Diego Hurtado
aprovechaba su oficio de tesorero de la casa de la moneda de la ciudad para
colocar en sus oficios a sus fieles; monederos falsos que conseguían ser
francos o exentos de impuestos en los nuevos cargos. Los Hurtado de Mendoza
ejercían contra sus enemigos la guerra de propaganda. No nos ha llegado, pero
en Cuenca, por obra del canónigo Diego Manrique, se propagó cierto libelo que
injuriaba a los principales linajes de la ciudad. Sin duda, las acusaciones del
libelo irían contra las familias conversas de la ciudad.
El alcalde Cervantes había hecho frente a la familia, pero
su juicio de residencia lo llevaba desde Burgos, adonde llegaban las amenazas
de la familia Hurtado, que habían prometido cortarle la cabeza. Las amenazas no
eran vanas; la ciudad había proporcionado unos alabarderos para su custodia y
protección personal. La familia Hurtado tenía por especial enemigo al
licenciado Cervantes, que se había encontrado como aliados inesperados a Alonso
Pacheco y Luis Carrillo de Albornoz. Aparte de las repetidas cuchilladas que
habían recibido también algunos de sus criados, la causa de los odios venía por
la ocupación de los pastos comunes de la sierra de Cuenca. De allí habían sido
expulsados los hombres de Luis Carrillo de Albornoz, y otros vecinos
procedentes de realengo. El motivo no eran solo los pastos, sino la necesidad
de tierras de labranza para una población en aumento. Los actos judiciales del
alcalde Cervantes fueron respondidos por la familia Hurtado de Mendoza con la
formación de un ejército familiar propio, artillería incluida, que imponía su
ley en la ciudad. Los intentos de Cervantes de llevar los excesos caían en saco
roto: el pesquisidor Ronquillo no se atrevió a entrar en la ciudad, el
licenciado Quirós lo hizo, pero sus autos fueron derivados a la Chancillería de
Granada, donde estaban condenados a dormir en el tiempo. Estos monederos falsos
eran personas ricas, con haciendas de dos cuentos de maravedíes, que, libres de
pechos, buscaban una vía de ennoblecimiento.
La imagen de Cuenca en aquellas dos primeras décadas de
siglo XVI era la de una ciudad encastillada, con una torre y una iglesia mayor
convertidas en fortalezas en manos de los Hurtado de Mendoza y de sus hombres.
Sus opositores pedían en vano al consejo real que se mandara un alcaide, tal
como en Segovia y su Alcázar, para imponer el orden. Sin embargo, el problema
era social y su raíz estaba en la Tierra de Cuenca más que en la ciudad: se
pedía a la vuelta a la Corona real y a la jurisdicción de la ciudad de los mil
quinientos vasallos del sexmo de Altarejos y tierras anejas, en manos de
criados de los Pacheco belmonteños, la expulsión de los ganados de las tierras
ocupadas, que impedían la labranza para alimentar una población en aumento,
pero las acusaciones iban dirigidas contra la nobleza, vistos como malhechores
feudales: el marqués de Moya había ocupado una parte de los términos de la
tierra de la ciudad; Luis Carrillo, Valdecabras; el señor de Piqueras,
Chumillas; el regidor Juan de Alcalá, la dehesa de Nogerón en Valera de Suso y
tierras en el lugar de Solera; Diego Hurtado de Mendoza, el lugar de Uña,
Cañada y la dehesa del Hoyo; la orden de Santiago, además de Valtablado tenía
ocupado el término de Armiñones y Mezquitas. La lista de heredamientos
enajenados en manos de otros regidores era interminable y las acusaciones se
extendía a los canónigos de la catedral, en una sede episcopal con obispo
extranjero y no residente en la ciudad.
Las miras estaban puestas en el canónigo Diego Manrique,
azote de los caballeros y principales de la ciudad de Cuenca. Acusado por sus
enemigos de difundir un libelo contra los caballeros conquenses en una
pantomima de ceremonia: reunidas doscientas personas se leyó un libelo difamatorio,
ante escribano, para “guardar secreto” de lo allí leído. Entretanto, los fieles
de los Hurtado Mendoza, los licenciados Cuéllar, Titos y Orellana, se
encargaron de divulgar el libelo casa por casa. El escrito había sido redactado
por Martín el de la Lechera, y parece ser una respuesta a un escrito anterior
contra las grandes familias de la nobleza, de cuya autoría se acusaba al licenciado
Cervantes.
Las acusaciones contra los Hurtado de Mendoza venían de los
regidores García Hernández de Alcalá y Hernando Valdés. Eran interesadas, pero
ciertas. Si el canónigo Diego Manrique culpó a sus criados, Diego Hurtado de
Mendoza alegó razones políticas para justificar las violencias, los problemas
con el corregidor Martín de Acuña se hizo en virtud de cartas secretas del rey
Fernando, por entonces en Nápoles, y traídas por Micer Andrea. Si bien de su
declaración se dejaba traslucir la enemistad manifiesta contra el licenciado
Cervantes, que había cortado las manos a dos de sus criados. En la época de las
Comunidades, aunque él estaba ausente, acompañando al Emperador en Flandes, los
desmanes de su hermano Rodrigo Manrique, con muerte en el campo de San
Francisco e intento de asalto a la ciudad el 18 de octubre con setecientos
hombres, eran simple respuesta a los desmanes de los comuneros. Si bien Rodrigo
y Diego Manrique intentaron sosegar en un primer momento a la Comunidad que se
juró en la iglesia de Santo Domingo, los hechos se precipitaron cuando, en
agosto de 1520, ambos fueron expulsados de la ciudad junto a la madre de Diego
Hurtado, Francisca de Silva. La casa familiar fue asaltada y saqueada.
Nos es especialmente importante buscar las razones por las
que la rebelión de las Comunidad fracasó en Cuenca. Hemos aportado varias
causas, de ellas, la primera un reparto de tierras decidida por el concejo de
Cuenca. Hecho en el que se escudó el propio Diego Hurtado de Mendoza para
justificar sus ocupaciones legales y un hecho al que se intentó dotar de cierta
legalidad con la aprobación por el Consejo Real. Así nos lo narraba Diego
Hurtado:
Que en lo que dizen que se labre la syerra contra el
thenor de çiertas sentençias por los
vasallos del dicho Diego Hurtado dize que de su consentimiento y voluntad no se
prouará con verdad averse echo antes después que se dieron las sentençias e
carta executoria él les habe dado e lo vedo hasta el tienpo que estubo rrebuelta
la dicha çibdad que se pregonó que labrasen en la dicha sierra los que
quisiesen pagándole cierto tributo a la çibdad porque paresçió ser cossa muy
hútil e provechosa a ella ansy a esta causa Hernando de Valdés uno de los
rregidores que aquí están e an dado los dichos capítulos fue a Palençia a pedir
en nonbre de la dicha çibdad que se labrase la syerra e v. mt. mandó proveer de
una provisión para la justiçia que hoviese ynformaçión de la hutilidad e
prouecho dello e se truxiese al Consejo lo qual se truxo e hasta agora no se ha
visto.
Los pueblos de la sierra continuaban en 1524 intentando
legalizar ese repartimiento de tierras, quizás generalizado en todos los sexmos,
pues tenemos noticias de las peticiones de los sexmeros; lo que muestra que
había una ocupación de hecho de las tierras tomadas en el verano de 1520. Otras
medidas, ya al final del otoño, como la presencia de los comuneros de las
diversas collaciones de la ciudad en los ayuntamientos o la celebración del
mercado franco de los jueves ayudarían a explicar por qué las Comunidades en
Cuenca se apagaron. Y es que el triunfo de los labradores pobres fue total en
un primer momento frente a la nobleza: acceso a la propiedad de la tierra y defensa
de la ciudad a los sublevados en las tierras del sur para volver a la jurisdicción
real en oposición a los criados de los Pacheco y sus jurisdicciones usurpadas.
En cualquier caso, la vuelta de los Hurtado de Mendoza tras
las Comunidades no fue una vuelta a la situación anterior. Si Luis Carrillo de
Albornoz emprendía el camino de la guerra de Navarra para esconder viejos
compromisos comuneros. Los Hurtado de Mendoza toparían con el licenciado
Cervantes, dispuesto a juzgar las tropelías de la familia. Es hecho cierto que
los Hurtado de Mendoza intentaron linchar al licenciado Cervantes, juntando
gente armada con picas en su casa a cargo del comendador Rodrigo Manrique, mientras
el canónigo Diego y el racionero de la catedral Requena espiaban una noche
cerrada los movimientos del licenciado para preparar el asesinato. Los hombres
de Rodrigo Manrique intentaron dar el golpe final, pero no contaron con la
defensa de los alguaciles del licenciado Cervantes, que como ya hemos
mencionado cortaron la mano de dos criados de los Hurtado de Mendoza y le
abrieron la cabeza a otro. Rodrigo Manrique escaparía por una puerta falsa de
la casa familiar, al ser buscado por la justicia, haciendo caso omiso del
Consejo Real y sus emplazamientos para presentarse, mientras su primo el canónigo
Diego Manrique se mostraba sumiso a la justicia para responder, aunque
alargando su presencia en la Corte, donde se le habían dado quince días para
presentarse por cédula de 30 de junio de 1524. Para septiembre el pleito seguía
inconcluso y sin visos que los Hurtado de Mendoza Y Manrique respondieran ante
el Consejo Real. Por cierto, hemos de alegrarnos que Rodrigo Manrique no matará
al licenciado Cervantes, pues estamos ante el abuelo del autor de El Quijote…
quizás la historia de la literatura española hubiera cambiado.
AGS, CRC, 73
domingo, 16 de mayo de 2021
Cuenca: de antiguos y modernos
CUENCA: DE ANTIGUOS Y MODERNOS
domingo, 9 de mayo de 2021
Repensar las Comunidades de Castilla en Cuenca y su Tierra
Cuenca como la primera ciudad que traicionó las Comunidades, Cuenca como la primera ciudad perdonada un 23 de marzo de 1521 por los gobernadores del Reino. Cuenca, presa de la lucha de bandos nobiliarios entre Hurtado de Mendoza y Carrillo Albornoz. Cuenca siempre quieta, menospreciadora de cualquier movimiento comunero insurgente, condenando a la mera leyenda los actos violentos.
domingo, 14 de febrero de 2021
Casas concejo de Cuenca 1464
LAS CASAS DEL CONCEJO DE CUENCA (1464)
domingo, 31 de enero de 2021
INCENDIO DE LA CALLE PELLEJERÍA DE CUENCA EN 1500
Sobre el incendio de Cuenca de febrero de 1500
“Sepades que Hernando de Valera vesino desa dicha çibdad nos
hiso rrelaçión por su petición disyendo que por atajar un grand fuego que se
ençendió en esa dicha çibdad puede aver seys meses (los hechos se están
narrando el 13 de septiembre de 1500 en la calle que dicen la Pellijería que es
la principal calle desa dicha çibdad le fueron derribadas unas casas suyas de
que rresçibió grand daño” (1)
En realidad, las casas de Hernando de Valera no se habían
quemado, pero fueron derribadas por el concejo a posteriori,
“e dis que se quemaron unas casas de Diego del Espynar e dis
que por el rreçelo del fuego por mandado de la justiçia e rregidores desa dicha
çibdad le derribaron unas casas suyas que él tenía en la dicha calle cerca de
la casa donde se aprendió el dicho fuego en lo qual dis que perdió más de treynta
mill mrs. “ (2)
No era el único, pues a consecuencia de dicho incendio se
derribaron las casas de Álvaro de Becerril (padre del platero Francisco de
Becerril y afincado en Cuenca desde 1485), que nos situaba el momento del
incendio, nos informa de las muertes, Diego de Espinar y una moza, e insiste en la calle de la Pellejería como la
principal de Cuenca en aquellas fechas
“que en un día del mes de hebrero deste presente año (1500)
se inçendió un fuego muy grande en la dicha çibdad en la calle de la Pellegería
que es la más prinçipal calle della e se quemaron unas casas de Diego de Espinar
en la qual dis que se avían quemado él y una casa suya e una moça” (3)
También se derribaron las casas de Juan de Medina y García de
Valera, que juntamente, cifraban los daños en sesenta mil maravedíes (4). Es
curiosa esta tasación de las casas, pues en la Mancha conquense por la misma
época se valoraban las casas en cuarenta mil mrs., diez mil más.
(1)
Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150009, 179
(2)
Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150003,
295
(3)
Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150003,
294
(4)
Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150003,
296
LA PLAZA MAYOR DE CUENCA EN 1492
SOBRE LA ESTRECHEZ DE LA PLAZA MAYOR DE CUENCA EN 1492
“A causa de estar la dicha çibdat muy arriscada dis que la
plaça es muy pequeña e que a causa dello algunos vezinos de la dicha çibdat que
tenían solares junto con la dicha plaça no les consienten faser casas en ellos
nin se fizieren saluo unos tanbarillos baxos syn solado e que agora de poco acá
que el comendador Pero Xuares del Castillo dis que mercó los dichos solares e
que con fauores que para ello tovo en perjuyzio de la dicha çibdad e vesinos
della dis que hedificó en ellos quatro pares de casas con sus salidas e que
ansymismo conpró otra casa de la otra parte de la plaça la qual dis que se cayó
e que después sobre ello la çibdat tiene fecha con el dicho comendador e que a
causa de la dicha estrecheza de las calles que le an rrogado para alargallas que
venda la dicha casa e que tome lo que le costó e que el dicho comendador no lo
a querido nin lo quiere hazer poniendo a ello sus estresas e dilaçiones e qu sy
asy pasase la dicha çibdat rreçebiría mucho agrauio”
Archivo General de Simancas, RGS,LEG,149204,167
Toros en Cuenca, 1497
La plaza de toros de Cuenca en el siglo XV, según los documentos de la época (1497)
Archivo General de Simancas, RGS,LEG,149702,96
Archivo General de Simancas, RGS,LEG,149601,81
sábado, 30 de enero de 2021
Cuenca, Medina del Campo y los genoveses: un caso de 1508
Pleito entre Jacobo Caser, genovés asentado en Cuenca, y el mercader Gonzalo de Córdoba, vecino de Alcalá de Henares, y Bernardino del Arco su fiador, vecino de Guadalajara.
El contencioso venía por una obligación contraída por Gonzalo de Córdoba con Agustín, padre de Jacobo, y el propio hijo, por valor de 65600 maravedíes en razón de una compra de “cierta mercaduría”. La operación comercial se había cerrado en la feria de Medina de Campo y el pago tomaba la forma de letra de cambio a pagar tiempo después, y es de suponer que en Guadalajara o cualquiera de las ferias cercanas como la de Mondéjar, quizás. El caso es que Gonzalo de Córdoba no había hecho frente a la totalidad del pago y debía aún 24130 mrs.
Muestra de lo difícil que era hacer negocios en la Castilla
del siglo XVI es la complejidad que adquirió el pleito: Jacobo Caser acudió hasta
la justicia ordinaria de Guadalajara para recuperar su dinero; sus alcaldes
ordinarios ordenaron la ejecución de bienes de Gonzalo de Córdoba por impago,
pero este alegó que era vecino de Alcalá de Henares, que escapaba a la
jurisdicción ordinaria de los alcaldes de Guadalajara y que cualquier ejecución
que se hiciera sobre unas viñas que poseía en Guadalajara debía hacerse por la justicia
de Alcalá. Así el que debía responder era el fiador Bernardino del Arco, que, a
su vez, negándose a que se hiciera ejecución sobre unos paños, alegó que era
hidalgo y como tal no se podía hacer ejecución alguna sobre su persona, pues “era
hijodalgo de padre y abuelo y no podía ser preso”. Tal hidalguía de fuero de
Castilla no le impedía ejercer como mercader de paños, adaptándose a los nuevos
tiempos y deseos propios de enriquecimientos.
Mientras nuestro mercader Jacobo Caser, en sus idas y venidas
entre su residencia de Cuenca y búsqueda de justicia en Guadalajara enfurecía
ante el laberinto cretense de la justicia castellana. Sabiendo que el trato se
había formalizado en Medina del Campo y que los deudores eran vecinos al norte del
Tajo acudió a la Chancillería de Valladolid, por supuesto negando cualquier vecindad
en Cuenca, pues era simple estante a la sazón por motivos comerciales y
sabiendo que cualquier reconocimiento de vecindad en esta ciudad podía derivar
el asunto a la Chancillería de Granada. En estos tiempos, los asuntos al norte
del Tajo se entendían en Valladolid, al sur, en Granada.
Mientras nuestro genovés trataba de entender el galimatías
de la justicia castellana, los dos mercaderes castellanos andaban sueltos o, en
términos jurídicos, en rebeldía. Esta palabra se repite hasta la saciedad en
los pleitos, simple expresión para calificar a cualquier bribón que, conocedor
de las mismas, era capaz de escapar de la confusión de jurisdicciones
castellanas. Por supuesto, la Chancillería de Valladolid sentenció a favor del
genovés, pero, aunque el pleito no lo dice, la ejecución de bienes para el pago
de deudas correspondería de nuevo a las justicias locales.
Son muchos los testimonios de genoveses asentados en Cuenca
en el último cuarto del siglo XV y en el siglo XVI. Estas redes de compañías modernas
de mercaderes que tenían como centro de intercambios las ferias de Medina del
Campo se mantendrán, a pesar de todo, hasta el último cuarto del siglo XVI. Es
entonces, cuando la ciudad de Cuenca en un célebre
memorial de 1582 (al menos para mí) se queje:
“e que de las ferias de Vizenzon, e Leon de Françia e
Amberes solo cambien para las ferias de Medina del Campo, Villalón e Ruiseco e
no para Alcalá y Madrid”(1)
La denuncia tenía su sentido, pues Madrid y Alcalá serán
plazas donde asiduamente acudan los mercaderes conversos portugueses que
enlazan nuevas rutas con los Países Bajos, haciendo de Lisboa nuevo centro de
operaciones o de los puertos del Cantábrico, en especial, Bilbao, puerto de
descarga de mercancías extranjeras, ajeno a las viejas ferias vallisoletanas.
Y así, mientras aficionadamente intentó localizar algún
mercader genovés en la Mancha conquense, dejó al mundo académico que, con sus
estudios, intente dejar a la ciudad de Cuenca en la Historia económica de
España como se merece
(1)
AGS, CCA, DIV, 10, 69. Parecer de la ciudad de Cuenca
sobre las ferias de Medina del Campo. 1582
jueves, 28 de enero de 2021
Mercaderes y conversos en Cuenca en 1474
Los hermanos Juan y Luis Madrid eran tratantes de lana conquenses, tenían sociedad formada con un mercader genovés Antonio Macalufo, afincado en Cuenca. En 1474 habían formado compañía para la compra y exportación de lana a Italia, con aportaciones de capitales a partes iguales a la sociedad; las ganancias también irían a partes iguales.
Antonio Macalufo había comprado a Mose Mayor, un judío de Ocaña, mil arrobas de lana por un precio de 220000 maravedíes. El caso es que el genovés, que seguramente había dejado de pagar una parte de la compra, comprometida con el dinero que le harían llegar sus deudores, fue incapaz de pagar los 96960 maravedíes que de la parte de ganancias y reventa de la lana había de recibir sus socios, los hermanos Madrid. En buena lógica, el genovés para no hacer frente a sus pagos se había ausentado de la ciudad, pero en estos casos de formación de compañías societarias, cada integrante respondía en caso de deudas o quiebra personalmente y caso de no poder hacerlo con unos fiadores que respondían por él.
Los fiadores de Macalufo nos internan en los entresijos del negocio de la lana en la ciudad de Cuenca, como tales actuaron una serie de apellidos, algunos de ellos del mundo converso al igual que los hermanos Madrid: Francisco de Reillo, mercader, Juan de Cuenca, mesonero, Alonso de Sanrromán, tintorero, Fernando de Villarreal, mercader, Alonso de Molina, tintorero. El pleito se prolongaba allá por 1488.